Imagina un lugar donde los niños no solo aprenden sobre matemáticas y literatura, sino que también se sumergen en el fascinante mundo de la agricultura y la gastronomía. En un colegio de Pontevedra, esta visión se convierte en realidad. Aquí, los alumnos no son solo estudiantes; son pequeños agricultores que cultivan sus propios alimentos, que luego disfrutan en el comedor del colegio. Esta experiencia no solo les brinda conocimientos prácticos, sino que también fomenta un estilo de vida saludable y sostenible. En este artículo, exploraremos cómo este colegio da ejemplo a sus alumnos, la conexión entre el huerto y la ganadería, y los múltiples beneficios que conlleva involucrar a los estudiantes en estas actividades.
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ToggleUn colegio pontevedrés que educa sobre huertos y gastronomía
En el corazón de Pontevedra, un colegio ha decidido dar un paso al frente en la enseñanza de prácticas de vida sostenible. Este espacio educativo se ha convertido en un modelo a seguir al integrar el huerto escolar en su currículum. Al involucrar a los alumnos en el cultivo de alimentos que luego consumen, no solo les enseñan sobre la procedencia de los alimentos, sino que también promueven una mayor conexión con la naturaleza.
Pero, ¿cómo logran que los niños se entusiasmen con el cultivo de sus propios alimentos? La respuesta está en la práctica. Al permitir que los alumnos se ensucien las manos y experimenten el proceso de cultivar, cosechar y cocinar, se despierta su curiosidad y se fomenta un aprendizaje significativo. Desde la siembra de semillas hasta la recolección de verduras frescas, cada etapa se convierte en una lección de vida.
Lo que cultivo, lo como: la conexión entre el huerto y la mesa
Una de las frases más poderosas que se escuchan en este colegio es: «Lo que cultivo, lo como». Esta simple declaración encapsula la esencia de la experiencia educativa que se vive aquí. Los alumnos no solo participan en el ciclo de cultivo, sino que también asisten a la cocina para preparar los platos con los ingredientes que ellos mismos han cosechado. Este enfoque no solo refuerza la importancia de una alimentación saludable, sino que también les enseña sobre la responsabilidad y el trabajo en equipo.
Los chicos aprenden sobre las diferentes variedades de frutas y verduras, así como sobre sus beneficios nutricionales. Por ejemplo, al cultivar tomates, aprenden sobre la importancia de la vitamina C, y al cosechar espinacas, descubren cómo este vegetal contribuye a fortalecer sus huesos. Así, cada comida se convierte en un festín de aprendizaje donde los alumnos no solo degustan, sino que también entienden lo que hay en su plato.
Esta experiencia ayuda a los niños a desarrollar un paladar más amplio. Al estar expuestos a una variedad de sabores y texturas, se vuelven más aventureros a la hora de probar nuevos alimentos. ¿Quién podría resistirse a un gazpacho fresco hecho con tomates y pepinos recién cosechados? La conexión entre el huerto y la mesa se convierte en un puente hacia hábitos alimenticios más saludables que perdurarán a lo largo de sus vidas.
Huerto escolar y ganadería: una experiencia integral
El enfoque del colegio no se limita solo a los huertos. También han integrado la ganadería, lo que proporciona a los alumnos una visión más completa de la producción de alimentos. En un pequeño espacio, los estudiantes pueden observar y aprender sobre el cuidado de animales, como gallinas y conejos, y cómo estos contribuyen al ciclo alimentario.
La crianza de animales no solo enseña sobre las responsabilidades de cuidar a otros seres vivos, sino que también proporciona una fuente de alimentos frescos, como huevos y carne. Los niños descubren la importancia de la ganadería sostenible, aprendiendo a valorar el trabajo y el esfuerzo que conlleva alimentar a los animales y cómo esto se traduce en alimentos de calidad para sus mesas.
Este enfoque integral les permite entender la relación entre agricultura y ganadería, y cómo ambas prácticas pueden coexistir de manera armónica. Al aprender sobre el ciclo de vida de las plantas y los animales, los alumnos adquieren una visión más holística de la producción de alimentos, lo que fomenta un mayor respeto por los recursos naturales.
Beneficios de involucrar a los alumnos en huertos y granjas escolares
La educación en huertos y granjas escolares no solo es beneficiosa desde el punto de vista educativo, sino que también tiene un impacto positivo en el bienestar emocional y social de los alumnos. Aquí hay algunos de los beneficios más destacados:
- Desarrollo de habilidades prácticas: Al trabajar en el huerto, los alumnos aprenden habilidades prácticas que van más allá del aula, como el trabajo en equipo, la resolución de problemas y la toma de decisiones.
- Fomento de la salud mental: La conexión con la naturaleza ha demostrado tener efectos positivos en la salud mental. Pasar tiempo al aire libre y participar en actividades al aire libre puede reducir el estrés y la ansiedad.
- Conciencia ambiental: Involucrar a los niños en el cultivo de sus propios alimentos fomenta una mayor conciencia sobre el medio ambiente y la sostenibilidad. Aprenden sobre la importancia de cuidar el planeta y los recursos naturales.
- Mejora de la alimentación: Los alumnos que participan en el cultivo de alimentos tienden a desarrollar hábitos alimenticios más saludables, lo que se traduce en una dieta más equilibrada y variada.
- Fortalecimiento de la comunidad: Los huertos escolares pueden convertirse en espacios comunitarios donde padres, maestros y alumnos se reúnen para trabajar juntos, creando un sentido de comunidad y colaboración.
Al involucrar a los alumnos en el cultivo de sus propios alimentos, están sembrando las semillas de un futuro más saludable, sostenible y consciente. Cada pequeño agricultor está aprendiendo no solo sobre lo que hay en su plato, sino también sobre el mundo que les rodea y su papel en él.
Así que, la próxima vez que veas un plato de comida, recuerda que detrás de cada bocado hay una historia de trabajo duro, dedicación y aprendizaje. En este colegio, los alumnos están aprendiendo que la comida no solo se compra en el supermercado, sino que también puede cultivarse con amor y esfuerzo. Y eso, sin duda, es algo que vale la pena celebrar.